Tamara Bunke

Nacida en Buenos Aires e incorporada a la guerrilla cubana, pereció cuando una bala del ejército boliviano la atravesó de lado a lado fracturándole el húmero derecho en la emboscada de Vado del Yeso. Tenía 29 años.
Vado del Yeso-Río Grande/Bolivia (1967)


La frente en alto
y el fusil alerta
y los sueños trepándose a horcajadas del viento que desvela oligarquías,
que denuncia injusticias,
que delata cada complicidad de los silencios
aun a riesgo del odio
y de las fiebres.
La frente en alto,
madre,
aunque las aguas
presenten una torpe barricada a esta infructuosa búsqueda de abrigo
para mi corazón
desangelado
por tantas delaciones inclementes;
aunque el postrer silbido de la bala traspase mi perfil,
rompa mi nombre,
libere cada gota de mi sangre como un dique de ausencia en los ocasos
cuyas compuertas
ya no la detienen.
Porque todas las horas de la vida
luché por el derecho a los indultos de tantos evangelios que torturan
con hambres arbitrarias,
con miseria,
con destino en menguante
y estrecheces.
La frente en alto madre.
En la mochila
cargo voces de estirpe americana coreando su dolor entre las piedras
y las últimas fotos
y tus cartas
y un mendrugo de miedo impertinente
que no alcanza a turbar esta entereza que me nace del alma,
de los huesos,
de las entrañas mismas del instinto,
de la piel sin penumbras que me diste cuando mi grito atravesó noviembre
y yo abracé esta lucha empecinada por la liberación de mis hermanos prohibiéndome un destino de capullo deshecho por los dedos del olvido
ajeno al mundo real
y su intemperie.
Yo soy Tamara Bunke,
guerrillera.
Soy una llamarada de insolencia arrastrada por cauces impetuosos.
Mucho más que este cuerpo
naufragando
entre las vastedades de la muerte.

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