Malintzín

El 15 de marzo de 1519, la princesa Malintzín, vendida como esclava por su propia madre para eliminarla de la línea sucesoria, es entregada por sus señores, los caciques de Tabasco, como prueba de sumisión ante Hernán Cortés. Tenía 19 años.
México (Tabasco)


Mucho lloré de llanto desgarrado,
mucho sufrí debajo de mis pieles ocultando el espasmo de la angustia
para que nadie diera testimonio de mi fragilidad,
de mi impotencia abdicando por siempre a la esperanza.
Mucho lloré de sórdidos agravios
al profesar los hombres su deseo de penetrar mi vulva desvalida,
de copular entre mis muslos quietos,
de someter mi sexo
a pura noche
con la intención de doblegarme el alma.
Mucho lloré en la hondura de la pena por el repudio de mi propio pueblo,
por el vientre desleal que me pariera para la soledad,
para el espanto,
para el despojo de mis decisiones con la complicidad de estas amarras.
Mucho lloré de amargo desamparo.
Mucho temblé de anónimas vergüenzas antes de que arribaran otras lenguas con su misión de llave sin orilla,
a poblar la región de la memoria con la sonoridad de sus palabras,
antes que derrotaras a los dioses cabalgando el coraje de tus bestias,
centauro de mi amor estupefacto,
señor del corazón,
ojos huraños,
manos de repentinos egoísmos,
labios de lejanías,
de distancias.
Mucho lloré antes de tu presencia,
antes de compartir los desenfrenos,
en el advenimiento de las lunas que renuevan el eco de tu sangre;
antes de compartir tus evangelios,
tus latrocinios,
tus empalizadas.
Malintzín es el nombre que me dieron,
sin agua milagrosa
ni señales.
La identidad secreta de mi estirpe naciendo a su descalza servidumbre por apetencia de tus desvaríos.
Mi nombre de blasfemia acantilada.

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